Historia

Todo comienzo fue difícil,

pero el nuestro…

Partió como un sueño, con la fuerza de lo increíble.
Una tarde cualquiera en la universidad, marzo del 2009 y nos preguntamos por primera vez, ¿y si hacemos algo con todo esto?, vamos a buscar un lugar, hay gente con ganas de hacer cosas en Logroño, lo sabemos, convivimos con ellos.
Desde el principio buscamos locales, nuestra idea era encontrar un espacio amplio y con luz, algo que nos dijera, este lugar; vamos ha hacerlo nuestro.
La historia comienza entonces ese primer día en el cual abrimos por primera vez la puerta de ese número 12 de la calle Quintiliano, una maravilla de espacio, un cuerpo prácticamente muerto. Sin instalación eléctrica válida, sin agua, dolorido de la cochambre que soportaba, así nos decidimos, con la ilusión y la alegría que supone resucitar un cadáver.
Días antes de la inauguración recorríamos, todavía apresurados el interior del local, nos mirábamos con la sonrisa del que sueña diciendo, ¨¨ buen trabajo chicos ¨¨ todavía nos distrae ese pensamiento que ya suena de lejos, pero es verdad ¨¨ nunca creí que esto ocurriera ¨¨, por eso lo mejor de todo es cuando abrimos los ojos y vemos.
Esas tardes de verano, mientras nos íbamos dando cuenta de lo que estábamos construyendo alguien traía café o té, Ray Charles suena de fondo, y siempre hay trabajo, de momento solo esta la luz del sol, hoy anochece antes que ayer.
La sobrevivencia es dura pero contamos sobretodo con la gente que nos quiere, alguien te dice pues yo conozco alguien que os puede hechar una mano para esto, pues yo tengo algo que os puede valer, en definitiva una mano extendida constantemente, haciendonos ver que caída tras caída hemos de ponernos siempre en pie.
Una tarde ya de otoño el sol se oculta pero hay luz en el local, es mucho tiempo de trabajo, largo tiempo encima de una escalera, con ese calor que solo olvidas con una cerveza fría, gracias Juanma por hacernos ver que la luz que nos ilumina va más allá de nosotros.
A su vez y no sin esfuerzo nos convertíamos en una asociación juvenil registrada. Yeamman, fué ponerle nombre a ese bienestar que supone el placer compartido, así caminamos.
Con Yeamman crecimos y desde Yeamman realizamos talleres, representaciones teatrales, encuentros y exposiciones.
Siempre hemos pensado en el arte como una herramienta de cambio, una ventana abierta a la posibilidad del infinito. Conocerse a uno mismo a través del placer que supone crear, es una satisfacción que crece si la compartes. Si de algo me he dado cuenta a largo de casi 12 meses de trabajo es de la fuerza de las personas cuando juntas persiguen un sueño, un placer creador inimaginable a los ojos del individuo.
La exposición inaugural fue la huella que nos indicó el punto en el que estábamos, como cualquier otro principio, ahora caminamos mas, encontramos la respuesta, hay personas con ganas de expresarse, hay un discurso en cada uno de nosotros y desde Yeamman ofrecemos esa oportunidad.

Este es el punto de partida, seguimos caminando ahora desde un nuevo espacio. Con la mirada puesta en la ciudad de Logroño, queremos hacer de este nuevo espacio una galería abierta, un taller en el cual seguir trabajando y acercar el arte a una mayoría que lo ve como un mundo dentro del elitismo de lo inexplicable.

Nuestra mirada es inquieta, continuamente busca respuestas y no descansa.
Dicen que las huellas marcan la distancia, que esta a un paso del olvido y más allá de la derrota. Si esto fuera toda la verdad hoy no estaríamos aquí, si hubiésemos caminado distancias ya marcadas nuestras huellas serían las de otros.

Y no hay prisa, somos un ojo abierto, mirar atrás nos invita a recordar los principios, fijar la mirada en el horizonte es un buen síntoma, eso es que crecemos despiertos. De momento nos frotamos los pies, levantamos el vuelo con la retina de nuestra mirada diciendo; esto es lo que somos, y convencidos en cada paso dejaremos nuestra huella en este rinconcito del tiempo.

Este es nuestro retrato

Salud
Yeamman